lunes, 1 de noviembre de 2010

Mi espejo perfecto.





Oid a Bara Beryg es mi gran escape de emociones, es mi espejo perfecto. Refleja fielmente cada centímetro de mi piel, de mi espíritu. Esto es algo que me costó mucho conseguir, o mejor dicho es algo que me costó mucho entender.
Si hay algo que me perturba es la idea de identidad en el arte. Encontrar mi identidad, mi lugar, mi arte puro, fue algo que no me dejó tranquilo por varias noches. Pensar que podría llegar a hacer algo más, algo vacío, algo sin sentido... era desesperante.
Canción tras canción me veía forzado a darle una vuelta de tuerca: a encontrar lo que realmente quería decir, y a encontrar el cómo lo quería decir. Menos por lo que escuchen los demás que por no mentirme a mi mismo.
Acá dejo otro miedo: el hecho de buscar una identidad propia puede terminar generando un personaje de ficción, una mentira. Y si hay algo que detesto en el arte es que mientan, usar el arte para mentirse a uno mismo es estar muerto en vida.
La búsqueda se torno un poco frustrante, no quería inventar un personaje, un alter-ego, no quería generar algo que llame la atención... solamente necesitaba ser yo. Encontrarme a mi mismo en mi estado esencial, el más transparente, y una vez así, poder convertirme en canción, en arte.
La solución fue más simple de lo esperado. Dejar de componer por un tiempo generó una necesidad de canciones nuevas bastante importante. Y bastó con solamente abrir la canilla para que salgan todos esos fantasmas que quería gritar y todas esas alegrías que quería abrazar.
Escuché mis canciones, y me vi a mí. Mi identidad ya estaba escrita en cada canción desde la primera vez. Sólo tenía que abrir los ojos o los oídos y dejar de enredarme en búsquedas sin sentido, para ser.
Oid a Bara Beryg es mi reflejo perfecto.

Dejo un pensamiento que me parece muy cierto de Alejandro Jodorwsky,


"el único arte que sirve es aquel que cura."

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